martes, 2 de noviembre de 2010

PALMA Y LAS FUENTES DE LA HISTORIA.


Foto: Óscar Rátegui
            Uno. REALIDAD DE LA LECTURA EN EL PERÚ.

   La memoria social así como la memoria histórica que tenemos la mayoría de los peruanos, está impregnada de un fuerte acento colonial. En gran  medida está cimentada, deformada y alimentada por textos de Ricardo Palma. Esa verdad fluye del hecho de que ni los profesores de educación primaria ni secundaria, tengan textos de historia descolonizada y menos una biblioteca escolar en cada centro educativo, con un adecuado y moderno fondo bibliográfico. Como en la educación y secundaria se carece de bibliotecas y las ediciones de los libros de Ricardo Palma son baratas, entonces están al alcance de maestros que tampoco pueden adquirir libros para leer, menos de historia para implementar procesos de contrainvetigación y desestructuración permanentes (1).
   Al llegar los alumnos primarios a la secundaria, los maestros dejan tareas de lectura y entre los libros que recomiendan están por lo general Las Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma (2). Así, debido a que el Estado no crea y menos incrementa bibliotecas escolares en cada centro educativo del Perú, como no nombra ni contrata a bibliotecarios profesionales, las fuentes de información se reducen a unos cuantos libros usados, en la mayoría desfasados (3).
   Los exiguos sueldos de los maestros, la cada vez más deprimida economía de los padres de familia, la falta de una editorial a cargo del Estado-nación, hace que los niños no lean y los jóvenes prefieran informaciones de Wikipedia que ahora pueden hallar fácilmente en Internet (4). Esta reflexión procede de mi experiencia de docente de educación primaria y secundaria durante más de veinticinco años.
    Cuando en 1967 trabajé como profesor de una escuela de Ácora, situada en la provincia de Chucuito, departamento de Puno, los alumnos no tenían textos para leer y cuando volví a visitar esa misma escuela, 30 años después como funcionario, constaté que nunca se había comprado ni un solo libro.
Cuando fui director de la Biblioteca Pública de la municipalidad de Puno, era común que los alumnos de los colegios pidieran libros para resolver las tareas que dejaban los profesores. Los alumnos copian los textos al pie de la letra y así todo está solucionado. Durante los años que fui docente en el Colegio Melitón Carvajal, en Lima, los alumnos de los últimos años solo podían comprar libros de tres soles, siempre de cuarta mano, sucios, parchados y usados, remendados en la Cachina, en Las Malinas o en Polvos Azules.
    De modo que esta dolorosa realidad, este hecho a mí no me lo han contado, es una experiencia de docente muy frustrante a la vez que dolorosa. Lo peor es que hasta ahora no hay ninguna respuesta válida desde el punto de vista pedagógico del ministerio de Educación. El Plan Lector no está diseñado para editar libros conociendo la compleja realidad cultural del Perú. Es que no se trata de publicar por publicar, primero es preciso diseñar una política cultural integral. Ese hecho significa modificar las funciones del ministerio de Educación y del INC, crear un ministerio de Cultura coherente, pero más pueden los intereses económicos y personales, los lobys de las editoras transnacionales, que el supremo destino cultural del Perú.

Dos. PALMA Y LA HISTORIA DOCUMENTADA.
    No ha sido posible hallar un trabajo de investigación que compare y coteje con las fuentes escritas, documentos, manuscritos y memoriales, las referencias históricas de Ricardo Palma. Sin embargo, sus textos tienen un asidero en fuentes confiables. Se trata entonces ahora de saber cómo es que llegó a ese conocimiento, ese es un tema pendiente y que los historiadores, más que los escritores, deberán alguna vez encarar.
   Uno de los textos importantes de Ricardo Palma, es el que titula El corregidor de tinta. El tradicionalista empieza diciendo: “Era el 4 de noviembre de 1780, y el cura de Tungasuca, para celebrar a su santo patrón, que lo era también de su majestad Carlos III, tenía congregados en opíparo almuerzo a los más notables vecinos de la parroquia y a algunos amigos de los pueblos inmediatos que, desde el amanecer habían llegado a felicitarlo por su cumpleaños” (5)
     Palma se refiere al cura Carlos Rodríguez, quien tenía como invitado especial a José Gabriel Túpac Amaru II, cacique de Tungasuca. Enseguida escribe: “El nuevo personaje llamábase Antonio de Arriaga, corregidor de la provincia de Tinta, hidalgo español muy engreído con lo rancio de su nobleza y que despotizaba, por plebeyos, a europeos y criollos. Grosero en sus palabras, brusco de modales, cruel para con los indios de la mita y avaro hasta el extremo de que si en vez de nacer hombre hubiera nacido reloj, por no dar, no habría dado ni las horas, tal su señoría” (6).
    Todos los historiadores coinciden en señalar que Arriaga efectivamente, llegó tarde al almuerzo y ese hecho preocupó a Túpac Amaru. Es preciso anotar que durante el juicio al Padre de la Libertad que es José Gabriel Túpac Amaru II, su esposa, sus hijos y contra quienes tuvieron distintas responsabilidades, se comprobó que la insurgencia debía haber empezado el 2 de octubre, pero tuvo que ser aplazada. Ahora podríamos decir con certeza que si no llegaba el corregidor de Tinta Antonio de Arriaga, nuevamente se hubieran diferido las acciones por la abolición del yugo impuesto por España.
    Todos los corregidores eran odiados y malvados. La explicación es simple, las funciones de exacción, abusos y muertes que ocasionaban se debía a que pagaban una dote. Es decir, compraban el puesto en un alto precio, luego debían resarcirse de los gastos para regresar con una gran fortuna y comprar terrenos en España o adquirir una hacienda en Lima. Pero también comprar un cargo de mayor jerarquía en la administración colonial y terminar siendo un potentado. Sobre todo, para escalar en la sociedad dominante de la Colonia. Arriaga es un ejemplo de esa especie de personas solo piensan en ganar, en acumular capital a costa del dolor humano y pobreza de quienes trabajan ganando una miseria.
  
Tres. SIGNIFICADO DE LA INSURRECCIÓN DE TÚPAC AMARU.
Luego de ser capturado Arriaga fue conducido maniatado, encadenado y encerrado en un pequeño cuarto en el pueblo de Tugasuca. Pero exigió saber las razones por qué estaba preso y le hicieron conocer  que era “por razones superiores”. Pidió ver la orden escrita y entonces, acudió el cura López de Sosa, quien lo persuadió de que todo era legal y es más, se prepara para afrontar la pena máxima de la horca en la plaza, todo debido a sus acciones negativas. Arriaga confesó, comulgó y el 8 de noviembre se le leyó la sentencia.
    El 10 de noviembre de 1780, José Gabriel Túpac Amaru II, “montado en su caballo blanco y vestido de terciopelo negro, con su espada militar” (7), después de haberse leído un bando, presenció la ejecución; es decir, el ahorcamiento del corregidor. Es verdad que se rompió la soga y Arriaga corrió hacia el templo, pero fue capturado y con una reata gruesa, el afrodescendiente Antonio Oblitas, finalmente le quitó la vida.
   Así empezó la larga lucha por la Independencia del Perú y de América. Como dice Carlos Daniel Valcárcel: “El sábado 4 de noviembre de 1780 – día de San Carlos Borromeo - estalló la gran rebelión. Un contemporáneo la califica de la más grande conmoción que había sufrido el Perú desde la conquista. En Yanaoca a tres leguas de Tinta, el cura Carlos Rodríguez ofrecía una comida con el fin de celebrar su cumpleaños y el natalicio del rey Carlos III” (8). Luego añade: “Procedente de los pueblos ‘altos’ llegó el corregidor Arriaga. Comió y conversó ‘hasta la cuatro de la tarde’ hora en que se despedía para volver a Tinta urgido por despachar correo”(9).               
   Los historiadores que se han ocupado de estudiar y analizar los hechos con los que empieza la revolución por la  Independencia de América, coinciden en señalar que Túpac Amaru II proclamó la abolición la mita de Potosí, los trabajos crueles en los obrajes, la servidumbre de las haciendas, los impuestos, la alcabala, proclamó la libertad de afrodescendientes y libre determinación de quechuas y aymaras. (Nosotros no usamos la palabra indio por tener una connotación excluyente, racista, discriminatoria). 
    Ahora es posible saber mucho más de historia que en el tiempo de Ricardo Palma. Han sido muy importantes las contribuciones de Boleslao Lewin, Carlos Daniel Valcárcel, Jorge Cornejo Buroncle, Virgilio Roel, Juan José Vega, John Rowe, Scarlett O’Phelan, John Fisher, Oscar Cornblit, Jan Szeminski, Pablo Macera, Emilio COI, Edmundo Guillén Guillén y Alberto flores Galindo. Pero sobre todo debido a la Colección Documental de la Independencia del Perú (10), en la que aparece el expediente completo acerca del juicio montado por los españoles contra Túpac Amaru II.  
   La pregunta es: ¿Dónde se documentó Ricardo Palma para escribir este texto? Sin duda siendo lector de documentos antiguos como director de la Biblioteca Nacional. Pero trasunta su ideología frente al tiempo histórico que te tocó vivir, expresa en su lenguaje a una sociedad escindida y hasta ahora marcada por la exclusión, expresamente estratificada, colonizada. También su visión del mundo, como su toma de distancia de los hechos de la insurgencia contra la exacción de las riquezas naturales y, pasa desapercibida una fecha tan importante.
    No obstante, no se puede pedir a Ricardo Palma un análisis dialéctico, una rigurosa interpretación de los hechos desde el punto de los vencidos, menos una visión libertaria y desestructurante. Menos una nueva historia desde lo  andino como lo propuso y escribió Edmundo Guillén Guillén (11). Tampoco exigirle el uso de instrumentos de análisis con los que ahora cuentan las ciencias sociales. Ricardo Palma pertenece a su tiempo y a la sociedad dominante, a la mentalidad colonial en la que vivió y escribió.
    Lamentablemente a Ricardo Palma se seguirá leyendo en las escuelas fiscales pobres, mientras los niños no tengan el apoyo del Estado-nación. Entre tanto no tengan una biblioteca con nuevos libros de historia descolonizada ni textos que los doten de los nuevos conocimientos, seguirán fsumidos en la más honda pobreza cultural. El Estado-nación ha implementado desgraciadamente una política económica neo liberal destructiva y ha convertido al Perú, en una República política, cultural y económicamente dependiente y Lobysta.       

1.- Contrainvetigación y desestructuración. Se trata de volver a investigar para establecer otra interpretación de los hechos, acudiendo a las mismas fuentes y establecer una distinta visión de una imposición colonial. Al mismo tiempo, reinterpretar la cambia la estructura de las mentalidades. En síntesis discutir y establecer una descoloniedad pedagógica y paulatina.   
2.- Ricardo Palma; Tradiciones Peruanas, Lima, Editorial Adelante, 1999, p.38. 
3.- Libros usados, en la mayoría desfasados. Los alumnos de escasa economía acuden a los puestos de venta de libros usados, para después tenerlos como textos de consulta. En ningún caso los libreros venderían libros de reciente impresión, esperan que algunos padres de familia vayan a venderlos o que los compradores de textos usados los adquieran a bajo precio, en casas donde los hijos ya no necesten los textos. 
4.- Hallar fácilmente en Internet. No es una novedad decir que la gran mayoría de los alumnos no se dan el trabajo de leer libros, acuden al Internet para hacer sus tareas.  
5.- Ricardo Palma. Tradiciones Peruanas. El corregidor de tinta. Lima, Editorial Adelante, 1999, p. 68.
6.- Ricardo Palma. Tradiciones Peruanas. El corregidor de tinta. Lima, Editorial Adelante, 1999, p. 58.
7.- Montado en su caballo blanco.- Texto que ha pasado a ser parte de la memoria histórica oral.
8.- Carlos Daniel Valcárcel. La rebelión de Túpac Amaru. Biblioteca Peruana. Lima, Editorial Peisa, p. 62.   
9.- Carlos Daniel Valcárcel. La rebelión de Túpac Amaru. Biblioteca Peruana. Lima, Editorial Peisa, p. 62.
10.- Colección Documental de la Independencia del Perú. Comisión Nacional del sesquicentenario de la Independencia del Perú. Editorial Jurídica S.A., Lima, 1974.   
11.- Edmundo Guillén Guillén. Ensayos de Historia Andina. 2 tomos. Lima, Universidad Alas Peruanas, 2005.     



                           Ricardo Palma y la cultura andina.

   El celebrado tradicionalista Ricardo Palma, tal como lo asevera en su sabrosa narración titulada: El alcalde de Paucarcolla, se refiere a un hecho sorprendente, de cómo así fue que el diablo llegó a ser alcalde en ese pueblo. Pero con el correr del tiempo nadie recuerda ese acontecimiento ya sea imaginado o real. La explicación consiste en que la memoria social se modifica cada cien años y en algunos casos, los hechos llegan a desaparecer, debido a las migraciones humanas, catástrofes, guerras, pestes, sequías y otras calamidades sociales.
   Lo único que ultimadamente queda como en este caso, es el registro escrito e histórico que permite sobre todo, hacer un análisis de las mentalidades, de las formas de pensar y las ideologías. Más allá de los hechos que narran las tradiciones de Ricardo Palma, su aporte consiste en haber realizado un catastro de ideas imperantes en torno al poder, a la política, a la administración, a la justicia, a los usos y costumbres.
   Específicamente en el texto El alcalde de Paucarcolla, el personaje principal es el diablo. Se trata de Lucifer, de Satán, de Mefistófeles, del personaje de origen bíblico, de una creación de origen judío-cristiana. No se trata del saxra o supay de origen quechua y mucho menos del supaya o saxra de origen aymara.
   Entre el diablo occidental y el diablo andino hay una marcada diferencia debido a una distinta personalidad, diferente sicología, forma de existencia e influencia debido a los males que generan. Para el cristianismo, Satanás es un ángel desterrado por haberse rebelado contra los designios de Dios. Es perverso, malo, está al acecho para inducir al pecado, puede presentarse y desaparecer, determina el comportamiento de las personas. Está vivo en la tierra y su hábitat natural es el infierno a donde irán a quemarse todos los pecadores, salvo que se arrepientan, confiesen y comulguen antes de morir.
   En cambio, el diablo andino es un ser que apareció después de la humanidad y habita en la realidad cotidiana, en los sueños y peligrosos lugares donde se presenta de diversas formas. El saxra, supaya o supay castiga en vida a los perversos y abusivos, cuida las minas, preserva los metales, camina y establece marcas en la conciencia personal como colectiva de los habitantes andinos.
   El supay llamado también T’io habita las entrañas de la tierra y para trabajar en las minas es preciso pedirle permiso, hay que pagar a la tierra, hacer una ceremonia previa antes de iniciar las labores mineras. El T’io es dueño de las vetas más ricas, conduce a los mineros, pero también puede provocar derrumbes como enfermedades. No se trata de Satanás que es pobre, miserable y rencoroso.
   El diablo andino es generoso, rico y dadivoso, es protector de quienes trabajan en el subsuelo en condiciones infrahumanas. Es dueño de metales preciosos, de las minas más ricas y entrega poco a poco oro y plata para que subsista el pueblo que lo venera. Mucho depende de las ceremonias y fe de los mineros que sacrificadamente bajan a las minas para envejecer o al cabo de un tiempo o morir con cilocosis. Al supay, llamado en algunos lugares anchancho o chinchilico, se le entrega ofrendas, se le ofrece comidas y bebidas, se ofician ceremonias de pago a él y a la pachamama a cargo de los yatiris.   
   El diablo occidental no entra a la mina y menos se permite que un cura se asome a los lugares donde hay metales porque representa al mismo diablo. Tampoco se permite que las mujeres entren a las minas porque subsiste la creencia de que el supay podría enamorarse y, perder sus poderes. No en vano se afirma que cuando un hombre aymara se enamora, es porque le ha entrado el sublime demonio del amor y puede llegar a enloquecer a causa de una pasión no correspondida.
   De acuerdo a la mentalidad quechua y aymara, el diablo de origen europeo vive oculto detrás de los altares, habita en las torres, está en los templos, en las capillas y cementerios. Tiene un pacto con los curas para hacer daño, para generar pobreza y enfermedades. La gente que tiene dinero, los políticos y autoridades de turno han hecho un pacto secreto con el diablo. Los curas sueltan al diablo blanco para amedrentar mediante las leyes, el Estado y presencia de policías y soldados.
   El diablo cristiano tiene un rostro horrendo, cuernos, cuerpo deforme, hiede y su presencia significa siempre una desgracia, anuncia una muerte. El diablo andino en cambio, ríe, tiene el cuerpo de un animal parecido a un perro o a un zorro, habla, vigila los caminos y atormenta a los asaltantes. Las diferencias más nítidas se expresan en la diablada de Bolivia que ha sido asimilada y en parte modificada por la diablada de Puno.
   El diablo andino baila en las danzas ancestrales, en las festividades del calendario agrícola, en la danza de los Saxras de Paucartambo del Cusco, en los diablitos de los Tundikes de Bolivia, en los diablos de las zampoñas de Mañazo de Puno, son también los supayas que se ocupan de quemar a la imagen de Judas en la Semana Santa.
   De acuerdo a la tradición de Ricardo Palma, Ángel Malo era un moro converso solo por conveniencia y muy joven llegó a Paucarcolla, cuando allí aun resplandecía el poder colonial. Con el paso del tiempo adquirió tierras, riqueza, fama y poder, por lo que fue designado alcalde. Para congraciarse con la iglesia, obligaba a la población a asistir a la misa hasta que tuvo la mala suerte de prestar una acémila a un cura que llegó a Lima en menor tiempo del que normalmente se hacía.
  Ese hecho hizo que pensaran que sólo el diablo podía tener ese poder. Entonces, una mañana entraron a su casa y lo obligaron darse preso en nombre de la Inquisición que castigaba a herejes y no cristianos. El diablo, o sea el alcalde de Paucarcolla, civilmente llamado Ángel Malo, corrió hacia el Titicaca donde se abrió una puerta y se perdió en el interior,  salvándose así de ser quemado vivo.
   En cambio, el diablo andino no llegó a ser acusado ni procesado por el Tribunal de la Inquisición, al menos no aparece así en los documentos ahora al alcance de los historiadores respecto a los crímenes cometidos en nombre de Dios para extirpar idolatrías, matar a las brujas y hacer una limpieza de males provocados por el demonio.                     
    En la narrativa andina hay un cuento que narra el juicio que sostuvieron el supay con Satanás y se disputaron quién tenía más derecho para vivir en el Perú. Después de litigar y pagar a los abogados, testigos, amanuenses, secretarios, tramitadores, políticos, jueces y vocales, el supay perdió el juicio debido a la influencia y recomendación del presidente del Perú. De ese modo Satanás es dueño de las almas de los ricos y mestizos. Al supay se le entregó el ajayu, el alma de los aymaras y quechuas.
   Pero no se dieron cuenta que al desterrarlo al subsuelo el supay resultaría dueño de las minas. En cambio, el diablo blanco se contentaría con pedazos de hostias que caen en la misas. De ese modo es pobre y por eso  cruel, cuando un cristiano muere lo arrastra a los infiernos para sacarle la grasa con la que se alimenta.
  Lo que no se ha dado hasta ahora es un encuentro entre el diablo hispano, judío, cristiano y el supaya o diablo andino y no se dará nunca porque cada uno tiene su hábitat. Los supayas no entran a los templos ni a las capillas. En cambio, la diablada hispano criolla, mestiza confiesa, comulga y escucha  misa. Los diablos son alferados y caporales, pertenecen a la cultura dominante, son abogados, médicos y magistrados, bailan con bandas de música hasta de ochenta componentes.
    En cambio los supayas bailan danzas ancestrales con zampoñas, quemas y tamborcillos. Por lo general se disfrazan con cuero de oveja o de zorro, no dirigen a los bailarines, son jóvenes pobres a quienes la comunidad les encarga hacer bailar a los supayas para que estén contentos. Así, Ricardo Palma se refiere al diablo que trajo la cultura occidental y cristiana, no al supay. Pero su narrativa de todos modos ahora nos permite ver más allá de los hechos y las anécdotas. En los primeros años del siglo XXI Paucarcolla es una población si cura y el pequeño templo sólo abre sus puertas en las festividades religiosas. Todas las tardes llega el viento de la soledad cósmica para barrer las huellas del pasado y, por sus estrechas calles regresan los pastores pobres, que todos los días mueren un poco al fondo del tiempo sideral.   

2 comentarios:

  1. Lo saludo muy afectuosa mente por la creacion intelectual que tiene, me gustaría tener contacto con Ud. par poder realizar actividades académicas en pro de la cultura de Puno y alrededores edmoralesps@gmail.com

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  2. Estimado José Luis Ayala, mucho gusto en encontrar su blog. Estamos haciendo una obra de teatro sobre la poesía argentina y también la poesía de pueblos originarios. Llego a nuestras manos un poema recopilado por Ud. llamado "nido de cóndores". Nos gustaría saber mas sobre el origen de este poema, y si ud. pudiera señalarnos sobre de que trata este tipo de escrito. Desde ya muchas gracias,
    Estefanía y Cecilia.
    puede respondernos a estefania.alfieri@gmail.com. Saludos,

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